miércoles, 10 de septiembre de 2014

El conjunto megalítico de la Dehesa Boyal de Montehermoso por José María Señorán Martín

José María Señorán Martín en la Ruta a la Necrópolis de la Dehesa Boyal de Montehermoso


José María Señorán Martín jose.m.senoran@gmail.com

José María Señorán Martín es Licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Realiza su tesis doctoral, centrada en la aparición del fenómeno megalítico en la Alta Extremadura, en el Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido becario predoctoral en el Instituto de Ciencias del Patrimonio (CSIC), Santiago de Compostela, durante los años 2010-2013.

En la actualidad se encuentra terminando su tesis doctoral, centrada en tres líneas de investigación independientes pero complementarias y convergentes a la vez. A partir del estudio de la aparición de los paisajes megalíticos en Extremadura se analiza la creación de los discursos  científicos sobre dicho período desde el Siglo XIX; por otro lado, la aplicación de los Sistemas de Información Geográfica al estudio de los paisajes monumentales nos permite una aproximación a las lógicas y patrones locacionales de dicho fenómeno; finalmente, estos paisajes monumentales tienen como consecuencia una materialidad que ha pervivido, en ocasiones, en el imaginario colectivo de las comunidades locales, de ahí, la importancia en los procesos de patrimonialización así como las diferentes metodologías o aproximaciones desde la Arqueología Comunitaria.

Ha realizado estancias de investigación en el Institute of Archaeology del University College of London (2011) y en el Departament of Anthropology de la University of Washington, Seattle (2012). Es miembro del Comité Científico del JIA (Jornadas de Jóvenes en Investigación Arqueológica), así como del Comité Científico del SOPA’14 (II Congreso Internacional sobre Educación y Socialización del Patrimonio en el Medio Rural). Forma parte del Equipo de Investigación ARPA, Arte rupestre, paisaje y poblamiento en el Alto Atlas (Oukaïmeden,Marruecos), dirigido por la Doctora Marisa Ruiz-Gálvez Priego (Universidad Complutense de Madrid).

José María Señorán Martín en la Ruta a la Necrópolis de la Dehesa Boyal de Montehermoso

El conjunto megalítico de la Dehesa Boyal de Montehermoso por José María Señorán Martín

1.       Introducción

El presente texto, pretende mostrar una primera aproximación al estudio de los dólmenes localizados en la dehesa boyal de Montehermoso. La primera publicación al respecto data del año 1998 cuando Ángel Paule Rubio publica “Megalitismo en Montehermoso (Cáceres)” en los XXVII Coloquios Históricos de Extremadura (Bueno, 2000). A partir de esa fecha se iniciarán los estudios centrados en el megalitismo de esta localidad del norte de Cáceres. Durante los años 1998, 1999 y 2000, en los meses de verano, un equipo de la Universidad Complutense de Madrid, dirigido por Marisa Ruiz-Gálvez Priego, llevarán a cabo las primeras investigaciones científicas en la dehesa boyal de esta pequeña localidad. Durante el verano de 1998 procederán a realizar la prospección de la dehesa del municipio. El resultado de esta primera prospección fue la elaboración de la Carta Arqueológica de la dehesa boyal. En este primer acercamiento, se lleva a cabo la documentación de cerca de una veintena de arquitecturas megalíticas.

Posteriormente, durante el verano de 1999, llevarán a cabo la excavación  y restauración del dolmen MH4, conocido como dolmen del Tremedal, que toma el nombre de una laguna cerca utilizada para abastecer al ganado que ocupa la dehesa municipal. Durante el verano del 2000, se actuará sobre otras dos estructuras, MH8 y MH11, también conocidos como dolmen de las Colmenas y dolmen de la Gran Encina, respectivamente, llevando a cabo labores de excavación y restauración. Además, en el proyecto llevado a cabo en la dehesa se procedió a la rehabilitación de estructuras tradicionales en la explotación de la dehesa, como dos chozos de pastores y 4 zahúrdas de cerdos, llevando a cabo la creación de un itinerario turístico dentro de la dehesa. Además, desde el año 1999 se realizan trabajos de laboratorio con los materiales de estos dólmenes, trabajos que han facilitado la publicación de dos artículos donde se dan a conocer los resultados de las excavaciones (Ruiz-Gálvez, 2000; y Ruiz-Gálvez, 2001).

1.       Marco geográfico

Montehermoso se encuentra en las proximidades del Sistema Hurdes-Gata, aunque en la zona llana, en las proximidades del río Alagón, a unos 5 km. de distancia para ser más exactos. Su situación geográfica le sitúa en un punto privilegiado dentro de la geografía del norte de Extremadura, ya que en Montehermoso confluyen numerosas vías de comunicación, ejerciendo como un auténtico cruce de caminos. En ella confluyen numerosos caminos, por un lado, nos encontramos con la ruta que, dirección NO/SE, une Portugal con el norte de Extremadura, facilitando el acceso de la Serra Malcata a Extremadura a través del Puerto de Perales. Por otro lado, nos encontramos con las vías que unen la Meseta con Extremadura, a través de los pasos de la Sierra de Francia y la Sierra de Gata, a través del corredor Hurdes-Gata. Finalmente, en dirección NE/SO nos encontramos con la falla de Plasencia y la divisoria de aguas entre el Alagón y el Jerte, facilitando la comunicación entre la Meseta y Extremadura en dirección NE/SO (Ruiz-Gálvez, 2000). Por lo tanto, vemos como Montehermoso se inserta en un eje de comunicaciones.

Respecto a los suelos que conforman la Geología del municipio, son suelos terciarios, que alternan las vetas de esquistos con las de granitos, dando lugar a suelos con un nivel de acidez muy alto, poco apto para la agricultura, pero apto para pastos y el paisaje adehesado. Los dólmenes se sitúan en unas cotas entre los 350/380 m.s.n.m., en un paisaje donde predominan las encinas, y donde los pequeños cursos de agua son abundantes (Ruiz-Gálvez, 2001).

Mapa general de la dehesa de Montehermoso con los dólmenes excavados localizados. 
José M. Señorán Martín

1.       Dolmen del Tremedal o Tremal

El dolmen del Tremedal, topónimo tardorromano que hace referencia a temblor, el que se produce en el subsuelo cuando mana agua, está situado en 4440308N y 0723769W coordenadas UTM. Se sitúa sobre una pequeña elevación,  presenta una cámara circular con 9 ortostatos de granito, con corredor corto, algo desplazado respecto al eje de la cámara, orientado hacia el SE. Se documenta un atrio, donde aparecen restos de cerámica, puede que relacionados con episodios de refundación del túmulo. El nivel sobre el que se depositan los ajuares parece haber sido objeto de preparación, puede que rubefacción. El dolmen parece que ha tenido dos fases constructivas, una inicial, en la que el dolmen está formado por 3 anillos pericamerales, de esquisto y granito los dos primeros, y de cuarzo el tercero, con una coraza de esquistos y cuarzos, y con una masa tubular de unos 16-18 metros de diámetro. Posteriormente hay un recrecimiento del túmulo. La coraza se cubre con cuarzos y cuarcitas.

Dolmen del Tremedal, Montehermoso. Fotografía: José M. Señorán Martín

Respecto a los ajuares documentados, destacan los microlitos geométricos sobre lámina de sílex blanco, jabonoso y beige. También destacan las cuentas de collar, predominando las de pizarra, pero también se documentan cuentas sobre “piedra negra” y sobre “piedra verde”, de origen no autóctono.

1.       Dolmen de las Colmenas o Gran Dolmen

El dolmen de las Colmenas (MH8), se sitúan en las coordenadas 4440449N y 7233451W UTM, situado sobre una pequeña colina, estaría formado por una cámara, con unos 9 ó 12 ortostatos de granito,  y un corredor largo con 5 ortostatos a cada lado, con orientación SE. Estaría formado por 2 anillos pericamerales, y la coraza estaría recubierta por nódulos de cuarzo blanco y rojo. Los materiales documentados son similares a los documentados en el dolmen del Tremedal, donde predominan los geométricos sobre lámina y las láminas de sílex, predominando los sílex blancos, beige y jabonosos. Los fragmentos de cerámica son bastante pobres, predominando los fragmentos de pared y algunos mamelones. Las cerámicas son toscas, con acabado alisado. Aparecen cerámicas de cocción reductora y mixta. El desgrasante utilizado es de mica, cuarzo y feldespato, normalmente, de pequeño y mediano tamaño. También se documentó un gran molino de granito. 

Dolmen de Las Colmenas o Gran Dolmen. Fotografía: José M. Señorán Martín 

1.       Dolmen de la Gran Encina

El dolmen MH11, también conocido como dolmen de la Gran Encina, se sitúa también sobre una pequeña elevación del terreno. Sus coordenadas UTM son 4440495N y 72336550W. Al igual que los anteriores, el granito es la materia prima básica en la construcción, aunque también se documenta alguna laja de esquisto. La cámara, circular, está formada por unos 11-12 ortostatos de granito, el corredor, largo, se orienta en sentido SE. En la cámara se documentan cantos, que pudieron servir de calzos de unos posibles pilares que sujetaran la cubierta. Este dolmen es el que mejores materiales ha presentado, documentando los ajuares en fondo de cámara. Estos ajuares están formados por elementos de sílex, similares a los explicados anteriormente, con geométricos y láminas de sílex. También se han documentado cuentas de collar de pizarra y fragmentos cerámicos. Destacan las pequeñas hachas y azuelas de fibrolita, de gran calidad técnica. También se han documentado lo que parecen ser colgantes de pizarra, circulares, y con decoración pictórica. Los materiales son similares a los documentados en la zona portuguesa de la región de Viseu, en la zona del Mondego (Senna-Martínez. 2000; y Senna-Martínez et alii, 2000).

Dolmen de La Encina. Fotografía: José M. Señorán Martín

1.       Paisaje de dehesa y cronologías.

En lo que se refiere a cuestiones de palinología, los análisis realizados, parecen mostrar un paisaje relativamente abierto, con herbáceas, gramíneas y jaras. Los árboles no parecen abundar, pero se documentan pólenes de roble, pino silvestre y acebuches, también pólenes de aliso y fresno, lo que indicaría un clima más húmedo (Ruiz-Gálvez, 2000). No se documentan pólenes de cereal. Parece corresponderse con el inicio del paisaje adehesado, aunque más clareado que el paisaje actual.

Respecto a la cronología, se han realizado muestras de C14, que parecen situar los dólmenes de Montehermoso en torno al la primera mitad del IV milenio a.C., en la transición del Neolítico Final al Calcolítico, entendiendo el Calcolítico a partir de sus transformaciones tecnoeconómicas, caracterizado por la Revolución de los Productos Secundarios (Sherratt, 1981-1983; citado en Ruiz-Gálvez, 2000), caracterizado por la explotación ganadera y la aparición del paisaje de dehesa.

Todo ello, parece indicar que  dólmenes serían obras arquitectónicas llevadas a cabo por grupos con una economía basada en la ganadería, complementada por la caza-recolección y una agricultura marginal, con un uso flexible del medio sobre una base más ganadera que agrícola. Estos grupos realizarían movimientos trasterminantes entre valle y montaña. Durante los meses de primavera y verano estos grupos subirían a la sierra, para aprovechar los pastos frescos de la sierra. Durante el otoño y el invierno bajarían a aprovechar los pastos de las zonas bajas, recolectando, cazando y elaborando útiles. La presencia de molinos, morteros, etc. en las proximidades de los dólmenes de Montehermoso parecen relacionar las zonas de enterramiento con las zonas de hábitat, tal y como han señalado otros autores (por ejemplo, Senna-Martínez et alii, 1997). La aparición de elementos fabricados sobre materia prima alóctona evidencia contactos con otras zonas. Por lo tanto, los dólmenes de Montehermoso podrían responder a esos grupos que practican movimientos estacionales buscando pastos frescos para el ganado, moviéndose entre la zona de sierra y el valle, imitando, posiblemente, los movimientos que anteriormente realizaban tras los animales salvajes. La existencia de atrios podría responder a ritos de refundación del dolmen. En la vecina Serra da Estrela, Senna-Martínez ya establece un modelo similar para interpretar el foco megalítico de la Plataforma del Mondego, proponiendo un modelo socioeconómico de ganadería transterminante, con complementos de caza-recolección y horticultura (Senna-Martínez, 1987)

2.      El foco megalítico, análisis práctico y aportación teórica.

Es interesante analizar el foco megalítico de Montehermoso insertándolo en su contexto geográfico, y viendo su posible relación con rutas de movimiento de ganado, rutas de gran importancia para entender el megalitismo de la zona noroccidental de Cáceres, especialmente el foco de Montehermoso. Para ello, además de analizar las posibles rutas ganaderas es necesario analizar las  características de los suelos de las zonas a analizar.

En el caso del foco megalítico de Montehermoso, su geología se caracteriza por el predominio de areniscas y conglomerados terciarios, aluviales y coluviales cuaternarios y granitos moscovíticos, así como granitos de dos micas en menor medida.

Las características de estos suelos con altos porcentajes de acidez dificultan enormemente la agricultura y favorecen, por el contrario, la aparición de pastos para el ganado. De esta manera, creo que debemos desechar las hipótesis generalistas (por ejemplo, Bueno, 1988), que asocian el megalitismo extremeño con grupos agrícolas. Se trata de una zona propicia para la práctica ganadera, sobre todo en determinados momentos del años, especialmente entre octubre y mayo, momento en el que las dehesas de la zona se caracterizan por la aparición de pastos frescos y numerosos regatos, hecho que favorecería la práctica ganadera, así como la recolección de la bellota, por ejemplo, para elaborar harinas.

Otra de las características del terreno que debemos tener en cuenta son las relaciones de los megalitos con pequeños cursos de aguas en sus proximidades, favoreciendo la aparición de un paisaje caracterizado, durante los meses de otoño e invierno, por la abundancia de pequeños cursos de agua y zonas de humedales. 

Los dólmenes se sitúan en unas cotas que van de los 400 a los 424 m.s.n.m., sobre pequeñas lomas o elevaciones del terreno,  próximos a los arroyos del Perdiguero y de la Higuerita, así como cercano a fuentes naturales, como la Fuente del Jerrao, conocida en el municipio por sus cualidades curativas.

Características del relieve geográfico de Montehermoso. José María Señorán Martín

Como muestra la imagen superior, el relieve de Montehermoso se caracteriza por la existencia de pequeñas ondulaciones y elevaciones del terreno, así como por estar surcado por numerosos cursos de agua de bajo caudal.

1.       Conclusiones.

El discurso que ha predominado en Extremadura para dar respuestas al fenómeno megalítico parece dirigirse, en la mayoría de las ocasiones, a afirmar que los grupos humanos que habitaron la región desde fines del Neolítico, y relacionados con tal fenómeno funerario, utilizaron la agricultura como sistema económico principal. El problema radica cuando analizamos el registro arqueológico que se ha ido documentando a lo largo de los años.

Consciente de que la aparición del megalitismo supone un cambio en las concepciones de espacio y tiempo de los grupos humanos, como he repetido en numerosas ocasiones, también creo que el megalitismo lleva consigo una función más práctica y tangible, es decir, que por encima de ese cambio que supone a nivel cultural y racional, y todas las implicaciones sociales y culturales que posee, creo que tiene una funcionalidad “evidente”. La aparición de unas nuevas concepciones de espacio y tiempo creo que pueden ser generalizables, en cierta medida, ya que parece que en un momento determinado, en toda la costa Atlántica europea y zonas del interior, surgen estas nuevas concepciones, caracterizadas por la imposición de la cultura sobre la naturaleza, “objetivándola”, con la aparición del “pensamiento neolítico”, diferente de la aparición de la “economía neolítica”, que en algunas zonas no aparecerá hasta época Medieval, y caracterizada por la introducción de técnicas que favorezcan una agricultura y ganadería intensivas (Criado, 1993). Pero además, los megalitos pudieron ser utilizados como elementos o referentes visuales en el paisaje que evidenciaban el control de una serie de recursos por parte de una comunidad. Desde esta concepción es desde la que creo que no nos es posible generalizar, y debemos entender los megalitos en su contexto particular. Sería absurdo establecer que los dólmenes de Extremadura son el reflejo de la apropiación de la tierra por parte de grupos agrícolas, ya que existen zonas en las que la agricultura no pudo llevarse a cabo en épocas prehistóricas, sobre todo teniendo en cuenta que no se documentan tales prácticas en el registro arqueológico. Por ello, una vez analizado el registro arqueológico del foco megalítico de Montehermoso, sería posible establecer que podría estar relacionado con la apropiación o reclamación de pastos por parte de grupos ganaderos trasterminantes mediante la exhibición de los muertos. Estos grupos realizarían movimientos valle/sierra en busca de pastos frescos para el ganado, de esta manera, los dólmenes se insertarían en  rutas cortas transterminantes así como en rutas de mayor y más largo recorrido, evidenciadas por la aparición de elementos o ítems arqueológicos de zonas más alejadas, como las “cuentas de piedra verde”, principalmente calaíta y bariscita, documentada en Montehermoso y, posiblemente, procedente del NO aunque la tradición de elaboración de estas cuentas de collar es el NE (Rojo et alii, 1996); o la similitud de ajuares entre zonas como Ciudad Rodrigo, norte de Cáceres o Portugal.

La aparición de estas rutas parece documentarse desde el Calcolítico. Las características geográficas de Extremadura, especialmente de la región noroccidental, favorecen los movimientos de los grupos humanos, que aprovechan los diferentes pasos naturales para poder moverse entre diferentes contextos geográficos, pudiendo moverse desde la zona sur de la Meseta hasta zonas del Tajo. Todo ello favorece los contactos culturales entre los grupos humanos, así como la práctica de una ganadería itinerante.

Tal y como señala Ruiz-Gálvez (2000:188-189), el norte de Cáceres se convierte en un auténtico cruce de caminos, evitando el supuesto aislamiento geográfico gracias a la existencia de numerosos pasos naturales que favorecen la comunicación y el movimiento de los grupos humanos. De esta manera, podemos señalar la existencia de diversas rutas en diferentes direcciones:


1.                  En dirección NO/SE, vemos como favorece la relación entre Portugal y el noroccidente extremeño, a través de la serraMalcata se accede a Extremadura a través del puerto de Perales.

2.                  En dirección Norte/Sur, uniendo la Meseta con Extremadura, a través de diferentes pasos naturales. Nos encontramos con un acceso natural a través del corredor Hurdes-Gata, aprovechando las bajadas de los ríos Tralgas y Árrago, y del río de los Ángeles. En la misma dirección nos encontramos con las rutas que aprovechan las bajadas del río Alagón, atravesando la sierra de Francia.

3.                  En dirección NE/SO, nos encontramos con dos bajas naturales. Por un lado, nos encontramos con las bajadas que aprovechan la divisoria de aguas entre el Alagón y el Jerte, bajando a través del puerto de Baños. Por otro lado, nos encontramos la vía que une la zona de Ávila con Extremadura, aprovechando la Falla de Plasencia, por donde discurre el río Jerte, y atravesando el puerto de Tornavacas que une ambas regiones.

Fotografía: J.J. Sánchez

Montehermoso se sitúa en una zona abierta, insertándose en un auténtico cruce de caminos, que conecta las vías que relacionan el norte de la región extremeña con Portugal, la zona salmantina y de Ávila. A simple vista, el hecho de que existan tales vías naturales de comunicación no implica que hayan existido contactos culturales entre los diferentes grupos humanos, en el caso de este trabajo, grupos humanos megalíticos. Sin embargo, el registro arqueológico parece evidenciar tales contactos. Se han realizado algunos estudios en la zona del SO salmantino  que intentan relacionar el megalitismo con vías naturales de comunicación (López Plaza et alii, 2000), en los estudios de los ajuares, evidencian claras semejanzas entre el foco megalítico de Ciudad Rodrigo y el norte de Cáceres.  Comienza a expandirse una especie de “ajuar tipo”, formado, sobre todo por geométricos y láminas de sílex; puntas de flechas de sílex; cerámicas lisas, con cuarzo y mica como desgrasantes, donde predominan los cuencos semiesféricos; cuentas de collar, predominando las cuentas de pizarra; y hachas y azuelas de anfibolita, especialmente. Según esta tesis (López Plaza et alii, 2000), los megalitos del suroeste salmantino estaría relacionados con el control de vías privilegiadas de paso, tal vez no controlaron los recursos, pero sí las bajadas de la sierra hacia los llanos extremeños,  controlando el paso dirección Norte/Sur y viceversa, mediante corredores naturales, con pequeños caminos y cordeles dirección Este-Oeste. Posteriormente, tal y como señalan otros autores, (Ruiz-Gálvez y Galán Domingo, 1991 y 2001), estas rutas de movimientos de ganado quedarán marcadas mediante la implantación de las estelas, consideradas como hitos de vías ganaderas (Ruiz-Gálvez y Galán Domingo, 1991).

Esta interpretación de los megalitos en relación con grupos ganaderos transterminantespodría aplicarse para explicar el megalitismo del norte de la región extremeña, como en el caso de Montehermoso. Esto explicaría como entre los grupos del Neolítico Final e inicios del período Calcolítico se producen una serie de transformaciones socioeconómicas derivadas de la introducción de algunos elementos de la “Revolución de los Productos Secundarios” (Garrido y Muñoz, 1997), y momento en el que aparecen sociedades pecuarias desligadas de la agricultura (Pérez Ripoll, 1999). Las características geomorfológicas de la región, así como el registro arqueológico, tanto de esta zona como de zonas colindantes, apoyan esta hipótesis. A pesar de ello, no debemos caer en generalizaciones, debemos tener muy en cuenta el contexto geográfico de cada foco megalítico, además teniendo en cuenta cómo pudo influir en los grupos humanos.

Finalmente, destacar que nuestro patrimonio posee una gran riqueza y, en los años futuros, será labor de la ciudadanía y las/os arqueólogas/os seguir aumentando los conocimientos respecto al megalitismo de la región.

1.       Bibliografía

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CRIADO BOADO, F. (1993), “Límites y posibilidades de la Arqueología del Paisaje”, en SPAL, nº 2, pp. 9-55.

GARRIDO PENA, V. y MUÑOZ LÓPEZ-ASTILLEROS, K. (1997), “Intercambios entre el Occidente Peninsular y la cuenca media del río Tajo durante el Calcolítico y el Bronce Antiguo”, en II Congreso de Arqueología Peninsular. Tomo II. Neolítico, Calcolítico y Bronce, edts. R. de Balbín Berhmann y P. Bueno, Ed. Fundación Reí Alfonso Henriques, pp. 483-493.

LÓPEZ PLAZA, S.; FRANCISCO, J. L.; y SALVADOR MATEOS, R. (2000): “Megalitismo y vías naturales de comunicación en el SO salmantino”. En  Actas del III Congreso de Arqueología Peninsular, vol. III, pp. 271-288.

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ROJO, M.A.; DELIBES, G.; EDO, M.; FERNÁNDEZ, J.L. (1996); “Adornos de calaíta en los ajuares dolménicos de la provincia de Burgos: apuntes sobre su composición y procedencia”, en I Congrés de Neolitic a la Península Ibérica, Rubricatum 1, pp. 239-250.

RUIZ-GÁLVEZ PRIEGO, Mª L. (2000), “El conjunto dolménico de la dehesa boyal de Montehermoso”. En Extremadura Arqueológica VIII, 187-207.

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José María Señorán Martín

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